Piénsatelo dos veces antes de.

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martes, 23 de noviembre de 2010

Subnormales perdidos, eso es lo que somos.

Porque siempre; hagas lo que hagas, creas en lo que creas, pienses en lo que pienses, ames lo que ames, odies lo que odies, sueñes en lo que sueñes, y desees lo que desees; el más débil sale perdiendo.
Puede estar dentro de la cadena o no, puede meter cizaña o no, puede meter la pata o no, puede intentar relajar el ambiente o no, puede no estar al tanto o no, puede entenderlo o no, puede creerlo o no, Puede pasar cualquier cosa. Repito, cualquiera. Que siempre, saldrá perjudicado.
Tú no lo conoces, aquel tampoco, nadie le conoce. Él sabe que es. Él es pequeño, e indefenso, y eso le repugna. Le da asco ser tan insignificante, no poder hacer nada por él mismo, no poder dar la cara nunca. ¿Por qué iba a hablar ahora después de tanto tiempo de silencio?
Sonríe y se calla. Sí, sonríe, por no echarse a llorar. Pero tú no lo entiendes, ¿tú qué vas a entender? Tú no entiendes nada.
Y así estamos, que no somos capaces de ponernos en el lugar del otro, dar la cara, y utilizar el poco conocimiento de psicología que tenemos.
Somos unos anormales que nos dedicamos a hundir la vida de las personas sin querer queriendo, sin pensar que la primera vida que hundimos es la nuestra. No se salva nadie, bueno sí. Mi querido amigo débil.

Te quiero insignificante.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Paz interior.

Una imagen que la rompió.
Fue una helada brisa la que acarició con ternura su corazón, una caricia que la mató. Pequeña, insignificante, delicada, pero mortífera. Las pulsaciones fueron disminuyendo...Un latido, dos, tres, cuatro, cero. Estaba muerta, pero aún se sostenía en pie, estaba ausente, pero aún podía ver y oír, estaba en otro lugar, pero aún tenía la escena de aquella fiesta en la cabeza.
Que dulce y apacible era la muerte, no la esperaba así. Sentía frío, pero no un frío invernal, era un frío mortal. ¡Y tan mortal, si la había matado!. No se cansaba de repetirlo.
"Estoy muerta, me he ido para siempre. Pero no es doloroso, es más, me gusta."
Fue como una fuerte descarga, una neblina azulada salió de ella sonriendo.
Mi alma. Me ha abandonado, me ha dejado sola ante el destino, un destino inevitable. Ya no sentía nada, ni felicidad, ni alegría, ni soledad, ni rabia, ni odio, ni nada. Nada de nada, sólo frío, mucho frío. Estaba muerta. Muerta por dentro.
Le hablaban, pero no escuchaba. Por fin era libre, ya no se sentía atada a ningún sentimiento, lo había vendido todo.

Una imagen, un beso, un conocido, tres corazones, uno roto, tres vidas, una muerte.


miércoles, 21 de julio de 2010

S.

Le gustaba pensar que ella siempre tenía la culpa de todo. No sabía porque, quizá fuese porque sus padres la acostumbraron a decir perdón, y ya se ha hecho algo monótono en ella.
Antes lo veía como algo normal, y no le importaba decirlo en cualquier momento y situación. En cambio, ahora se arrepiente de en muchas ocasiones haberlo dicho sin tener ella la culpa... En especial, de habérselo dicho a cierta persona.
Tiempo atrás, se encerraba en su habitación y acurrucaba la cara morada entre las suaves mantas intentando calmar el dolor que tenía por dentro. Y cuando oía los pasos que se acercaban a su puerta, ella gritaba pidiendo perdón... Pero esa corta palabra, muy pocos entienden su significado. Hacen de esta palabra algo inservible e insignificante, y cuando se dan cuenta del verdadero valor del "perdón" quizá ya sea tarde, quizá no halla una persona que te espere para decirte "te perdono", quizá muchas cosas hallan cambiado, quizá te pongas tú en el papel de víctima...quien sabe.





"Todo lo que se siembra, se recoge".

lunes, 5 de julio de 2010

¿Qué es eso?

Muchas veces ella se levantaba a las tres de la mañana. y después de mirar aturdida a las cuatro esquinas de su habitación, se limpiaba con la manta las lágrimas que le habían salido involuntariamente de los ojos.
Pero esta noche había sido diferente. Cuando miró a las cuatro esquinas puedo comprobar que su habitación, ya no era su habitación. El papel de pared era rosa bebé; sus cortinas habían sido cambiadas por finos visillos blancos; su escritorio lleno de montañas de libros y apuntes había desaparecido, dejando en su lugar un pequeño pupitre con un muñeco nenuco sentado en él; toda su estantería llena de libros estaba ahora ocupada por cuentos de Walt Disney, y perfectas Barbies vestidas con sus glamurosos vestidos.
Volver a ver la que era la habitación en la que estuvo jugando hace once años y medio, le iluminó la cara. Con un ágil salto se arrodilló en su suave alfombra de ositos y soltó una risita aguda propia de una niña pequeña.
-Loreto, ¿tienes miedo?
Miró asustada a la oscura silueta de su padre que se apoyaba cansada en el marco de la puerta.
-¿Miedo?¿Qué es eso?
-Déjame que te lo presente. Más vale que te quedes con su cara Loreto, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo a lo qué dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a crecer. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón.
Todo volvió a como estaba. Loreto ya no estaba en su mullidita alfombra de ositos, estaba en su fría cama de blancas sabanas ásperas; y todo había vuelto a como estaba en un principio.
Suspiró con cansancio retirándose el pelo de la cara.
-¿Otra mala pasada de tu amigo?


miércoles, 30 de junio de 2010

It has nothing left

Él era perfecto, era todo lo que se podía pedir en una persona. Te hacía sentirte feliz el día más triste de tu vida, con una sola mirada, una simple sonrisa o un tierno gesto.
Se podría decir que ella era su todo y él era el suyo, y sin embargo ella no se lo demostraba. Él daba y daba pero nunca recibía, y cada día más enamorado entregaba cada día, hora, minuto y segundo de su vida para poder estar junto a ella.
Ella le quería, y tanto que le quería. Pero era demasiado idiota como para darse cuenta de que ninguna relación dura para siempre.
Y llegó el día en que se arrepentió de su egoísmo.
No tenía otra palabra más que estúpida. No se daba cuenta de quien tuvo a su lado todo ese tiempo, y para cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde.
Lo perdió como perdió a muchas otras personas, pero este le afectó más que cualquier otra pérdida. Él la había querido como nadie lo había hecho, y ya nadie podría igualar todo el cariño que recibió. Ya lo único que le queda eran todos aquellos bucólicos recuerdos, pequeñas cosas que le hacen vivir aquellos alegres momentos que no supo aprovechar...Millones de momentos guardados en una pequeña cajita.
Infinitas fotos de carné, un disco con todas sus canciones, una caracola llena de arena de aquella tarde en la playa, miles de cartas todas acabadas en un "para siempre"...
Pero ya no le servía de nada lamentarse.



"Once upon a time, was falling in love
But now, just falls apart
There is nothing I can do
Once upon a time there was light in your life
But now, there's only love in the dark"

martes, 11 de mayo de 2010

Me subestimé

Apareció sin esperarlo, sin presentaciones ni nada parecido, y confié ciegamente en él, pensando que quizá no me estaba equivocando.
Pero en cuestión de días...vi que si que me había equivocado.
Fueron apareciendo innumerables rumores que temía que pudiesen dañar amistades que habían durado años. Pero él negaba haber dicho tales cosas, y a mí no se me podía pasar por la cabeza que me estuviese mintiendo.
Y entonces me fui dando cuenta. Ilusiones falsas, mentiras que parecían verdades, engaños y traiciones... Todo unido en una misma noche que acabó en un abundante derrame de lágrimas.
Una terrible experiencia que me hizo no creer en nada ni confiar en nadie, encerrándome en mí misma con un llanto interminable.
Estaba cayendo de nuevo con la misma piedra. Recuerdo esa antigua piedra, hace ya mucho tiempo, cuando levanté la cabeza y comprendía que el error lo tenía yo por dejarme llevar, por creerme todo lo que me decían, por no haber abierto los ojos a tiempo. Y desde esa caída había tenido muy seguro que no volvería a caer en el mismo error
Pero esta vez... Algo mal he hecho. Sé que me será imposible levantarme, y por mucho que persevere el recuerdo me viene a la mente, hincándose en mi cabeza como terribles dagas.
Pensé que al ser la misma situación sabría afrontarla, que no caería... Pero nuevamente me había subestimado.